domingo

La porquería

          Todo lo perturban, todo lo joroban. Allí donde un evento se torna masivo, allí está la decadencia, el desprecio, el fenómeno humano pregonando vida sucia como un guiso que hierve.

          Hombres de pelos en las piernas, jóvenes asquerosos al que todos los caminos conducen al coito, mujeres que gotean todo el tiempo, deseosas de ser copuladas y mantenidas por el macho de la especie, aunque su discurso grite independencia, sin saber qué significa. Viejas disconformes, boludos conformes. Gente que entra a los restaurantes y espera que la comida tenga gusto a algo, exigentes con los mozos. Empleados que se pelan y, seguros de que sus mujeres sólo quieren su pene y sus bienes, maltratan a las esposas o parejas, porque no se casan, se enyuntan, se aparean, igual que los negros a los que desprecian.

          Les han enseñado otra cosa en las escuelas, pero ellos le dan sin piedad a su espantosa vocación de mediocridad. No leen ni los carteles, salvo que haya imágenes de minas en pelotas. Entre ellos y el mono sólo existen pocas diferencias. Son una mierda, y son casi todos los que hay.

          Por éstas y otras razones que iremos desgranando, en adelante no hablaremos de la gente, sino de la porquería.