domingo

Hombre Araña: Retrospectiva de la construcción de significantes en el cancionero popular de la Guerra Fría. Una visión desde el Tercer Milenio.



Hombre Araña, Hombre Araña
tiene todo lo que puede tener una araña
teje una red de cualquier tamaño
captura ladrones como moscas,
¡mira!, ahí viene el Hombre Araña.

¿Si es fuerte? Mira, Bud, tiene sangre radiactiva.
¿Si puede colgarse de un hilo? Mira hacia afuera...
¡Ey, allá! Aquí viene el Hombre Araña.

En el frío de la noche, a la escena del crimen
como un rayo de luz él llega justo a tiempo.

Hombre Araña, Hombre Araña, buena vecindad, Hombre Araña.
Él ignora la riqueza y la fama:
la acción es su recompensa.
¡Mira! Ahí viene el Hombre Araña.

Hombre Araña, Hombre Araña, buena vecindad, Hombre Araña.
Él ignora la riqueza y la fama:
la acción es su recompensa.
Para él, la vida es un gran Big-Bang:
dondequiera que haya algo para colgarse
¡encontrarás al Hombre Araña!

viernes

Sin embargo, el latín los dignifica

          Pocas veces vi tanta desvirtud como cuando fui empleado público. Funcionarios, empleados y magistrados construían y compartían en antros regenteados por el Erario Público modos de vida aberrantes que elevaban entrecerrando los ojos al rango de filosofía, en tanto degustaban en carácter de asignados por la Providencia los placeres y posibilidades más refinados y aun inmundos de la lógica burguesa. Platos gourmet a la hora del almuerzo obrero para otros, vacaciones caribeñas, sexo a polla en alza y ojo avizor del culo, jardines de infantes/palacios, licencias por resfríos, camionetas 4x4 para recorrer sólo el uptown bailoteaban al borde de lo temible en aquel salón del horror presidencial, y una notoria predisposición de ninguneo del presente doliente de los demás era entremés corriente entre aquellos dueños de la casta vaga que la distribución del ingreso nacional había perpetrado. Una mujer de las que allí trabajaba me espetó el desiderata de su concepción de vida un día, sin el menor empacho: "Ok, te acepto que soy permeable a la perversión, pero eso no te habilita a juzgarme".

          Entre las actitudes menos dignas de las que fui testigo, figuran sin duda las actuaciones impúdicas de los empleados de menor rango, quienes, al ritmo del ejercicio de la obsecuencia más vergonzosa, ganaban sus bizcochos inmerecidos echando mano sólo de lisonjas, lamidas de ojete y adulaciones escasamente justificadas en el horror al vacío de regresar a sus vidas ajenas a la teta de la Administración o procurarse culpablemente la indiferencia de sus jefes, posibilidad ésta que los llenaba de horror, porque les daba escozor en el criterio la sola posibilidad de que aquéllos a quienes dirigían su falsa idolatría no los consideraran especialmente.

          Sus actitudes ruines llegaban, incluso, a la delación.

          Preocupado por la legitimación que los demás le asignaban a las conductas infames de los chupaortos (llevar infusiones al despacho de los jerarcas, reírse de sus bromas, manifestar a los gritos el más pleno acuerdo con las arbitrariedades o las mancillas al respeto que sin filtro desgranaban los de más alto rango en perjuicio aun de los propios compañeros de tareas); consternado digo por la vigencia de tales actitudes antihumanas y ajenas a la solidaridad más elemental, me aficioné a la investigación de la conducta cotidiana de los que menos pueden; y así descubrí un latinismo que resume la sabiduría esencial del espíritu romano, que todo lo advirtió y glosó. Dice la frase:

si bene te tua laus taxat sua laute tenebis,

          que quiere decir "quien se humilla, será ensalzado", locución que es también un palíndromo y anuncia por ello un ciclo irreversible; y entonces entendí que esta parte horrible de la Historia de la Humanidad es también constitutiva de cierto grito genético ancestral que, aunque nauseabundo y generador masivo de adhesiones, es al mismo tiempo una inmundicia que también conforma la esencia aun de la porquería evolucionada; y por todo ello me dieron ganas de morirme por mis propios medios.

miércoles

          ...sí, sí, sí; pero hace veinte años estoy seguro de que NADIE iba a convencerte de que fuéramos al cine en vez de ponernos a coger; hace quince, diecisiete años ni por las tapas habrías cambiado una tarde de pelotudeo por una tarde de lectura; hace veinticinco años olías feromonas masculinas babeándote la entrepierna a los gritos -y ni qué hablar si el tipo trabajaba en una empresa con un sueldo seguro y en lugar de casa se compraba un auto- hace diez años tenías pendiente el ser madre y Maceió, no tenías pendiente Don Quijote, Fitzcarraldo, American Psycho, la ruta de Salamone, los Trópicos, Godard o Rayuela -vaga noticia de que se puede leer de muchas maneras-; sentías -según la exaltada cosmovisión en la que retozabas con la comodidad que da el saber que todos los que están sanos y se quieren a sí mismos hacen y piensan del mismo modo- sentías con fervor de mujer que pisa firme en el terreno que le dijeron que está bien, sentías digo que no entiendo qué te pasa, Pietro, no entiendo cómo te molesta tanto que yo quiera tener un hijo y cómo le das tanto valor a esas cosas que qué sé yo, no te das cuenta de que sí, como todo, el libro lo leés y ahí quedó, vos a mí me parece que te gusta todo lo que está muerto y no te das cuenta de que yo amo la vida, no te das cuenta ¿no entendés?, y llorabas y empapada en moco hace dieciocho años me enrostrabas tu modelo legitimado de empleada junior full time sueldo por depósito bancario a cambio de mi afición de vieja clase media al conocimiento autodidacta y hoy veo que al pedo igual; te arrojabas con ansia de sujeto pasivo de salvataje heroico a los pozos decolorados de la tragedia más doñarrosa mientras te escuchaba desgranar lo que decían era el Mundo desde tu diccionario colectivo afectado de parálisis, y entonces yo creía que nadie iba a quererme nunca y así pasó, hasta hoy mismo dieciocho veinte años, hoy presente desconsolado en que, mientras postulan mi locura, desean poder entender lo que yo entiendo pero qué lástima por mí y qué bueno y quizás a la vez qué pena por él, él tuvo la suerte de no tener que educar y alimentar y todo a dos tres hijos y tiene tiempo para eso, yo también si tuviera tiempo claro que me gustaría sentarme a leer un libro, pero vos, Pietro, no te das cuenta de que no todos pueden vivir como vos, principalmente porque vos no estás casado ni tenés hijos. Vos dame a mí llegar y no tener nada que hacer y ahí te leo todo lo que quieras, te miro todas las películas que quieras y me siento a hablar no sé qué que querés que me siente a hablar con vos, Pietro.

domingo

Individualismo y referencias exofóricas barriales

          La porquería, aunque pareciera caótica y desmembrada, guarda sin embargo en su imaginario algunas normas de locución repulsivas, pero que gozan de aceptación y que también obran de elemento de asentamiento de lo que para ella existe, y de legitimación para que continúe existiendo.

          Una de ellas es la remisión permanente al individualismo más mediocre, que va y viene desde y hacia el egoísmo sin vergüenza, sin contemplación del Otro y sin esperanzas de reversión. La clase media porteña cacarea mierdas como ésta: "Yo a mí mirá, no me vengan con cosas que no; a mí dame como tiene que ser, y si a vos te gusta de otra forma, allá vos, pero a mí las cosas como son". Cuando los veo en esta confirmación de sus pobrezas, pienso que el que así habla se regodea en la contemplación de los frutos que ha querido sembrar. Una mañana recordé unas diez actitudes de esta clase; iba en el subte y debí bajarme forzadamente en una estación a vomitar; de las tripas sólo salió aire; yo hubiera querido llenar el canasto con todas esas inmundicias.

          Otro código horroroso de dicción es la permanente omisión de conceptos y de elementos descriptivos, que el hablante decadente exige a su interlocutor que sepa y comulgue, bajo pena de considerarlo un pelotudo. Para la clase media porteña, que no explica nada, hay ciertas cosas que deben saberse, igual que esas consignas no escritas de los delincuentes y que el protocolo de la clase alta, que resultan más fáciles de adquirirse, porque la consciencia de clase misma los va transmitiendo. Pero la clase media es una mierda que, como me enseñó una amiga, se cierra por abajo por temor a la indigencia; y como la clase alta también se cierra por abajo, entonces rebota todo el tiempo, como un enorme shit-shake de aquí a la eternidad, también irreversible, porque no viene dotada de vocación de cambio, pues, si cambiara, ya no estaría en la mitad que tanto le agrada. El único cambio que pretende la clase media es tener más plata.

          Hace minutos, el noticiero informó que dos automóviles chocaron en una bocacalle, y que uno de ellos, descontrolado, arrolló a un peatón inocente que por ahí pasaba. En la imagen apareció un testigo de los hechos, que dijo con soltura de ignorante pleno:

Yo esto acá ya hace varias veces.

          Con eso quiso significar que en esa esquina hubieron muchos accidentes de tránsito.

sábado

Trillado, pero igualmente me sucede

          Alguno de la porquería vez a vez me asegura: "Pietro, vos sos un tipo que vale mucho".

          E inmediatamente pienso: "Ah, entonces es que nadie quiere pagar".