miércoles

Resulta que ahora se me ofenden las personas decentes

          Después de mi última relación sentimental, pensé que no quedaría más gente decente en ningún lado, porque -luego de muchísimas frustraciones y de creer sin fundamento que esa última relación me salvaría emocionalmente para siempre- no me bancaba que la chica haya decidido en el pasado que le hicieran el orto y que, además, cuando el novio que tenía la dejó porque ella se negó a formar una familia con él, a los pocos meses de falta de sexo salió por ahí a cogerse a cualquiera, literalmente. Antes, la psicóloga le había enseñado: "Mire, Ud. necesita que la penetren"; y así me lo dijo un día que nos vimos: "Mirá, Pietro, yo necesito que me cojan. Tengamos dos días para nosotros". Yo, que venía necesitando amar, queriendo la caricia que me redimiera de tanta desazón, deseando el encuentro pleno, le contesté: "cuando me pidas que tengamos cincuenta años nos sentamos a hablar; dos días no te doy". Era para que cualquier persona con una mínima carga espiritual se enamorara en seguida, pero en ese momento ella me dijo: "No sé, Pietro, no sé entonces..." Pero finalmente terminamos saliendo, y al poco tiempo, cuando me había enamorado irreversiblemente (porque era hermosa, culta, inteligente, limpia y muy fálica) me enteré de su vida pasada.

          La chica no era inmoral, sino "a - moral"; es decir: sus comportamientos no procuraban producir una herida, aunque tampoco pasaban ni previa ni posteriormente por el filtro de la moral. Su máxima era "hacé lo que quieras, mientras no perjudiques a nadie"; entonces, como que le hagan el orto la involucraba solamente a ella (lo mismo que cogerse a cualquiera, porque los que conseguía eran tipos de la misma vocación solamente copulativa); entonces estaba todo bien. Además, pensaba que había que "dar vuelta la página" con los "errores", olvidarse de todo y mirar para adelante. Consideraba como "error" haberse cogido a uno que la felicitó por cómo cogía, pero que después se vanaglorió en una ronda de amigos de estar cogiéndosela a ella, que era una perra en la cama, así como la veías. Yo no soporté ese guiso que día a día se me iba develando y me fui como diez veces de la relación; pero la vez número 11 la tipa dijo "bueno, si no te bancás mi intimidad, entonces todo se terminó acá". "Te doy una oportunidad para que esto se salve: generá un discurso crítico de toda esa mierda", le rogué desde el llanto. Pero no: "Es mi intimidad; yo no le hice daño a nadie. Es algo mío. Y sí, tuve hombres, sí. Pero ahí quedaron, y ahora te amo a vos". Cuando me fui para siempre, cargando los bolsos como un paria, me dijo: "Perdoname por lo que hice, y perdoname por lo que no hice". O sea: "perdoname porque me empomé a cualquiera; y perdoname porque no hice 'inside' de nada de lo que me dijiste; es decir, perdoname porque, a pesar de saber que te perdía, no me convencí de que estuviese mal regalarse con cualquiera, dar el culo por placer, hacer prevalecer mi orgullo de puta a la vida junto a vos".

          La llamé enamoradísimo un mes después, para proponerle borrón y cuenta nueva; pero me rechazó desde el "estar bien", desde el "se me fue la contractura de la espalda que tenía cuando vivíamos juntos" y desde el "no, mirá, vos sos un celoso patológico... vos estás MUY MAL, Pietro"; y así salió a que le quiebren el orto otra vez, o a aceptar seducciones así nomás para coger. Le dije "¿pero para vos no había que dar vuelta atrás con los errores del pasado? Bueno, demos vuelta atrás con nuestros errores y empecemos de nuevo". Y me contestó: "No, cuando yo dije dar vuelta la página me refería a los hombres". "Ah, ¿a los hombres?" contesté, titubeando y muy amargado. "Sí, Pietro, dar vuelta la página con los hombres..."

          Pero sucedió que muy poco tiempo después conocí personas decentes de verdad. Personas que, dada una situación de "buena cama", se casaron en vez de putonear; gente y no porquería, que en algún caso resistió la desilusión porque había sido educada en el comulgar de valores y principios que tienden a "des-animalizar" los comportamientos y construir una sociedad basada en el control de los impulsos. Le daban oportunidades durante lustros (y no semanas) al Otro para que remedie sus porquerías. Dejaban de lado el principio del placer en pos de esos valores: experimentaban placer, pero el placer no era la vara con la que medían la validez de una conducta. Es decir, ensayaban un juicio de valor previo a la acción, y el parámetro de medición de la pertinencia de una conducta no era el "si te gusta, hacelo", sino el "si corresponde desde un punto de vista moral, hacelo". Mi antigua novia me decía "ese tipo que 'tanto te molesta' que me haya cogido a las pocas horas de haberlo visto por primera vez en mi vida, me lo cogí porque me gustaba y porque tenía ganas de ser acariciada, ganas de ser tocada"; esta nueva gente entendía (y entiende) que el sexo es la unión de dos esencias, que con la penetración el que penetra persigue la virtud de llegar al alma, y la penetrada/amada da su consentimiento no para que le froten el clítoris o para que le chupen o rocen con el pene el esfínter anal y el canal rectal, sino para abrir su esencia al encuentro con el Otro.

          La gente de la que hablo cree que la unión amorosa es una herramienta para la felicidad y para dar solidez al espíritu. Entonces quieren presentarme a alguien, y yo les digo que no porque voy a terminar desilusionándome otra vez en la vida. Y me dicen:"¿Pero qué sabés, Pietro? No todos son iguales. Vos hablás así porque venís de malas experiencias", que es lo mismo que me decía toda la porquería anterior que al final terminaba mostrando la hilacha de porquería que llevaba oculta, pensando que conmigo iba a coger como nunca en la vida, o iba a andar por ahí con alguien que prácticamente no tenía maldad; y después resultaba que no se bancaban mi discurso pretendidamente moral. Yo terminaba siendo un "celoso patológico" o un tipo que "me cortaba la libertad, él vivía angustiado y angustiaba a todos los demás; ahora quiero vivir mi vida". Me llegaron a decir que tenía "la mirada muy pura", y después, cuando comprobaban que resultaría imposible por incompatibilidad ética estar conmigo, que estaba "muy loco".

          Así que ahora estos amigos que cultivan la honestidad, viéndome solo y sin ilusión ni siquiera en el tanque de reserva, me quieren presentar minas de acá, minas de allá. Me dicen "nada que ver con tu ex, ésta, como todos nosotros, sólo se acostó por amor; de hecho todas las que trabajan con ella le dicen que es una boluda"; me aseguran que "ella lo que necesita es un tipo como vos, que sos una de las personas más buenas y responsables que conozco, porque siempre hizo prevalecer la familia y la pareja por sobre otras cosas". Yo entonces, familiarizado con la mierda y totalmente desengañado, pregunto: "Decime... ¿qué piensa esta chica del sexo anal...? Me imagino que a los treinta y pico alguna vez habrá tenido"; y... ¿podés creer que se ofenden? "Pietro, sos un desubicado... ¿con quién pensás que estás hablando? Es un orificio de SALIDA, si te sirve la respuesta". Entonces pregunto "pero alguna vez se habrá reventado a alguien... mi ex, por ejemplo, se cogió un tipo en una cita a ciegas, apenas lo vio" Y me contestan: "Estás ofendiendo a una amiga, y me estás ofendiendo a mí". "Pero, ¿por qué te ofendo? ¿porque me meto indebidamente en tu intimidad?" "No, me dicen, qué intimidad, ¿no te das cuenta de que nos estás tratando de putas?" "Para nada, en uso de la libertad creo que cualquiera puede hacer lo que quiera, siempre que no le haga mal a nadie", digo, solamente para poner a prueba el discurso de mierda que yo creía prevaleciente. Y entonces se ofenden. "Te repito, yo no sé a qué estarás acostumbrado vos, pero ni mi amiga ni yo ni siquiera podemos llegar a pensar en eso, aunque sea ya no por una cuestión de decencia, sino por una cuestión de... asco, si querés. ¿Cómo te vas a acostar con cualquiera? Dejá Pietro, no te presento a nadie. La verdad, no tengo ganas de seguir hablando".

          Ya no sé, entonces, después de este fifty - fifty nauseabundo, en qué lugar está lo cierto. ¿En el recto de mis ex novias? Una, cierta vez me comentó, riendo: "Yo tengo el culo casi virgen"; te imaginás cuánto tiempo más duró todo. ¿En dónde está lo verdaderamente bueno? ¿En la persecución de valores universales? ¿En medir las cosas con la vara del placer? ¿Es bueno lo que te gusta y malo lo que no te gusta, o hay "algo más", algo que nos defina como personas en sentido pleno y no como gran daneses, iguanas, gallinas pisadas o mandriles? ¿Vos en la intimidad podés hacer lo que se te canta el orto, siempre que no le saques guita a nadie? La pregunta, finalmente, es: ¿es lo mismo llevar una vida decente que una de otro tipo?

          Y no es una cuestión que no tenga importancia, eh. Quiero ver qué te pasa si te enterás que a tu novia le rompieron el culo con consentimiento, y que no lo volvió a hacer solamente porque "no le gustó", no porque haya algún valor involucrado; o peor, que lo volvió a hacer. Quiero ver qué te pasa si te dicen que salieron por ahí con forros en la cartera (por si él no llevaba) a cogerse a uno del montón sin filtro; que te diga "no, yo con Gonzalo tuve una relación que solamente era sexo, sexo intenso, pero solamente sexo". Y que si no te gusta, que te vayas. A ver si te volvés a enamorar.