lunes

Yo ya no sé

          Yo ya no sé nada de nada acerca de ninguna cosa. Estoy tan pero tan desilusionado con todo lo que existe que ni siquiera le encuentro un motivo a escribir esto que estoy escribiendo. Hasta ahora los caminos de la vida me han conducido hacia lugares en los que ya estuvieron otros y devastaron, o a parajes a los que nunca fue nadie y a los que nadie quiere ir, o a montañas de basura que a la porquería le gusta creer que son necesarias -porque en algún lugar hay que poner la basura, y además ¿qué entendés vos por "basura"?-, o a túneles inmundos en los que la luz es opacada todas las veces por tipos que se ríen, o a lágrimas que no encuentran paño, o a antiguos vergeles llenos de mierda donde todos pastan como en un Paraíso.

          Mi viejo me decía a los ojos que yo era un polvo al pedo; ahora veo esa eyaculación inmunda repitiéndose en todos lados. Hasta ahora tenía ilusiones: a todas las bajaron de un hondazo. Ya sé, me vas a decir "Discépolo, Louis-Ferdinand Céline, Bukowski, Almafuerte, William Burroughs, Henry Miller, Vasconcelos, Baudelaire, toda esa caterva dijo lo mismo, pero mejor y más valiosamente que vos. Tu prosa es peor que la de la Cerdos & Peces, tu sufrimiento es una pelotudez, la vida pasa por otro lado, por el humus, por el charco que vos decís que es infecto, por el coito, por todos esos lugares que aborrecés como un adolescente metiendo adjetivos inútiles antes del sustantivo, para que parezca artístico".

          Y bueno, vas a tener razón. No existo más que como posibilidad, y encima me creo potencia eterna de un acto perfecto. Hasta hay una persona por ahí que dice, haciéndose la psicóloga y queriéndose sacar un compromiso de encima, que en realidad tengo una autoestima gigantesca y que siempre pretendo recibir productos intachables del otro lado, y que por eso toda retribución me parece escasísima. O sea que la parte gruesa supongo que le debe tocar a esa persona: así justifica la plusvalía que no le corresponde.

          Pero palabras de florimiento aparte, te digo que yo ya no sé nada. Saber es mezclarse con todo esto, y hasta ahora yo estoy solamente salpicado. Me contento con boludeces: nadie va a poder decir que alguna vez me escuchó enseñando a los cuatro vientos -como hacen todos los decadentes que frecuento día a día- máximas efímeras del tipo "tenés que vivir el presente y el pasado dejarlo atrás", "quién te creés para cambiar el mundo", "tenés que aceptar las cosas como son y en función de eso ir manejándote más o menos como puedas", "el jefe es el jefe, si te hacés el justiciero perdés el laburo", "todo lo que ella hizo antes de salir conmigo le sirvió para estar ahora conmigo", "los chicos te das vuelta y en un segundo lo perdiste", "el tipo iba en una Kangoo", "la primera quincena la pasamos con la familia de ella", "para los quince le vamos a dar a elegir entre la fiesta y el viaje a Disney", "con que mis viejos, mi señora y mis hijos estén bien, yo ya estoy bien", "cambiamos ubicación por ambientes"; no me vas a ver sacando un crédito para ninguna cosa (en especial para comprar una casa o un auto); no me vas a ver levantándome una mina, no me vas a ver justificando el sistema bancario, no me vas a ver despreciando a los negros, no me vas a ver diciéndole a ningún adolescente que tiene que llevar preservativos en la billetera o en la cartera.

          Hasta ahora me viste diciendo que lo importante son las esencias, que las elecciones individuales hacen a un modo de vida colectivo; me viste intentando convencer a los negados -antes de que me lapidaran- que las elecciones personales tomadas en libertad engendran responsabilidad, que si no fueras libre no se te podría reprochar nada; pero que justamente porque sos libre y en ejercicio de esa libertad elegís libremente el mal, te cabe responsabilidad y reproche, y que eso se te puede decir a la cara (para un tío mío, por ejemplo, esto era ser "maniqueísta", Dios santo). Me viste intentando enaltecer la virginidad, que para mí tiene un valor superior al de la promiscuidad y aun al de una sexualidad "normal".

          Me viste explicando que la porquería normal sabe muy bien qué acciones son buenas y qué acciones son malas, qué acciones son inofensivas y qué acciones son perjudiciales, y que la porquería deliberadamente realiza acciones malas en sí, sin que le importe nada si el otro o él mismo se perjudican, baste que dé placer en ese momento. Por ejemplo, algo de todos los días: fumar. La porquería sabe que le da cáncer: fuma lo mismo -si un mono ve que algo se está incendiando, huye; si un decadente ve un paquete de cigarrillos, se lo compra y se lo fuma-. La porquería sabe que fumar le puede traer cáncer a otro tipo que no fuma y que está al lado. O sea, no anginas o dolor de la yema del dedo meñique: cáncer, una condena a muerte con consciencia de estar condenado. No importa, fuma al lado del que no fuma, lo condena, le importa un carajo. De ahí para arriba, miles de ejemplos. No sé, te voy a dar dos o tres: los pelotudos que en el "carril izquierdo" de las escaleras mecánicas de los subtes suben a zancadas esquivando tipos, sin importarles que puedan perder el equilibrio; las minas a las que les gusta coger y se empoman a alguien aunque estén casadas o saliendo o teniendo hijos con otro; los que compran en la caja rápida con tarjeta de crédito, jodiendo a los demás que creyeron de verdad que esa caja era "rápida" y se comieron la cola, los y las chupaculos que ascienden en los trabajos con sus artes de dejarse coger por el jefe, los jefes que se cogen empleadas, los que para sacarte de encima dicen "hablamos" y no te llaman nunca, los que le enseñan a los hijos que no los envían a la escuela pública porque está llena de bolivianos, los que hacen trabajar a los empleados y no les pagan las horas extra porque no se las van a reclamar y si se las reclaman los echan, los que terminan una conversación cuando ya empieza a verse comprometido su punto de vista, los que prefieren no decir para no comprometerse.

          Toda esa porquería -que a esta altura creo que es más del 99 % de toda la que existe-sabe perfectamente en dónde está el bien y en dónde está el mal, y elige el mal, en sus diversas formas. No te digo que salen a matar -aunque hay muchos que si no estuviera prohibido lo harían-, pero le aconsejan a tu novia que por qué no salís con éste que te quiero presentar a la mínima crisis de pareja que tenés, sabiendo que eso está intrínsecamente mal; pagan a algún guardián corrupto para no hacer la cola, se erigen en déspotas familiares, los pierde un culo, entregan el culo y un largo etcétera.

          En este contexto, no hay lugar ya para la ilusión. Los buenos de verdad se murieron todos, o nunca los conocí. Yo soy bueno y para el 99 % -que endiosa la renta y el coito- soy un boludo, un pelotudo de mierda, un forro que no tiene un mango y juzga a los demás, un gordo tarado que habla así porque nunca hizo un carajo de la vida y se pone a criticar al pedo, un fracasado de la vida que se tiene que quejar porque si no no se banca él mismo su fracaso, un tipo que hay que decirle hola qué tal y hasta luego y nada más porque si no te amarga la vida, un idealista al pedo. La novia de un amigo un día me dijo: "Vos lo que pasa es que querés que todo sea como en las películas, el amor y todo eso"; yo no supe qué decir: tiempo después me enteré de que esa filosofía de mierda le servía y le venía como anillo al dedo precisamente porque ella misma se había merdeado en el pasado, dejándose coger por el orto y cosas así, perversiones que ella escudaba bajo la máscara de una supuesta libertad, acciones que según ella transcurrían en el ámbito de su "intimidad", a la que pobló de tantos monstruos que con el tiempo ella misma se transformó en un monstruo. Eso sí, la minita caía bien en todos lados -99% - y a mi amigo a cada rato le decían "¿qué esperás para casarte?"

          Para toda esa mierda el pasado no nos construye: directamente no existe. Y para mí el pasado es lo que sos; me refiero a tu pasado voluntario: es obvio que si te violaron en Dock Sud vos qué culpa tenés -salvo que hayas ido a Dock Sud a que te violen, lo que hoy por hoy, aunque ME parezca mentira, no puede válidamente descartarse-, pero si pudiendo elegir entre robar y no robar agarraste y robaste, bueno, esa idea de dejar tu pasado de ladrón en un plano meramente onírico es la peor hipocresía. Es como negar las casillas negras del tablero, como decirle al mecánico al que le compraste un auto usado que ponga el cuentakilómetros en cero. Y si te redimiste es porque antes fuiste ladrón, porque si no qué sentido tendría decir que te redimiste, de qué te redimiste si antes no afanabas y ahora tampoco. De qué se redimió tu mujer que ahora se acuesta solamente con vos, si antes no se cogió a veinte por mero placer, si antes no fue a bailar con forros en el bolso por si el chabón que todavía no conocía y que se iba a coger unos minutos o unas horas más tarde no llevaba. Qué va a dejar de fumar un tipo que nunca fumó, qué va a dejar de chupar un tipo que jamás se lo vio como a un asqueroso de esos que encontrás a la mañana tirados en la calle y meados encima del peludo que llevan.

          Yo me rompí el culo -simbólicamente-, me rompí el culo venciendo tentaciones, intentando construirme como un tipo con una moral, para que ahora cualquier pelotudo que se cree portador de un aparente sentido común colectivo y legitimado venga a ponerla en duda. Para esta cosmovisión de mierda, da lo mismo el culo roto que el culo sano, da lo mismo ocultar que decir, da lo mismo ahorrar que patinarse todo, da lo mismo tener una conducta de vida recta que no tenerla. Esta porquería, que es más del 99% de los que ves, sostiene que, en definitiva, una acción es buena o mala si para vos es buena o mala, que no hay acciones universalmente buenas o malas, que los valores son lo que son para vos y no en general, o sea que para ellos no hay valores anteriores al hombre, los valores los ponés vos. Toda una Axiología de la decadencia, según la cual si ayudás a las ancianitas a cruzar la calle o no mentís o hacés frente a los compromisos que asumiste es porque a vos te gusta y no porque esté bien desde una óptica de moral general. Esta horda -que comprende a casi toda la Humanidad- sostiene que, en definitiva, lo que uno haga no tiene nada que ver con lo que ellos llaman una "supuesta" moral -ya obsoleta por haber acaecido el siglo XXI, o por haberse muerto los abuelos, o por alguna otra excusa inmunda de este calibre-, porque lo realmente importante es no joder a los demás, aunque sostienen a los gritos que esto de no joder a los demás no hay que hacerlo como una forma de conducta que tienda al bien, sino por una especie de lógica de intercambio similar a la del supermercado: vos no tenés que joder a los demás porque normalmente si hacés eso los demás, a cambio, no te van a joder a vos. y ahí empezó y se terminó la filosofía de mierda que comulga la turba. El mal, para ellos, es solamente cuando alguien te jode, y el bien es cuando vos no jodés a nadie. Lo demás -por ejemplo: ser solidario, abrazar una causa justa, combatir lo injusto- corre por cuenta de cada uno, y no está ni bien ni mal, es algo que te gusta o no te gusta hacer.

          Entonces yo ya no sé nada más. He vivido solo, estoy solo, me moriré solo, envuelto en mi filosofía que creo que es la buena, pero ya sin saber cuál es el lugar en que esta filosofía puede desarrollarse, adónde está el Otro, qué pasó con el prójimo que me enseñaron en la primaria, cómo hacer para seguir viviendo en este mar de excrementos que todos construyen, dónde encontrar un tipo que no esté contaminado, un tipo en serio, una mina de verdad, alguien que no utilice el ocio para degradarse.

          Y hasta a mí me han llegado los coletazos de este modo de pensar y de conducirse por la vida tan roñoso y falto de autocrítica, porque hace tiempo me di cuenta de que si no me pego un tiro no es porque esté intrínsecamente mal quitarse la vida, no es porque debe uno prosternarse frente a su superior e intangible condición de humano digno, sino porque le tengo pánico al dolor, aunque sea a esos dos o tres segundos de terrible dolor físico que seguramente sobreviene antes de que todo se termine para siempre.

sábado

Otro paréntesis: Miren cómo empieza esta nota de La Nación de hoy

          Se llama La mujer de 102 años que no puede olvidar. Se los dejo, un abrazo:

          La mujer está casi ciega, tiene 102 años y aún recuerda la línea verde en los dientes de aquel chico de 14 que murió, literalmente, de amor por ella. Era un vecino de enfrente que estudiaba en el Liceo Naval, quería ser marino y tenía una pistola.

          El muchacho había nacido en La Pampa, en algún lugar donde el agua manchaba, y tenía una sonrisa decepcionante con esa maldita línea que, a la mujercita, tanto le repelía. El marinerito la requería en amores, pero ella le escapaba al convite. Entonces, un día, el muchacho se pegó un tiro.

          Todos quedaron espantados en el barrio y algún tiempo después el hermano mayor de aquel malogrado cadete llamó a la chica de enfrente y le hizo una extraña pregunta: "¿Pero por qué no lo querías?" A lo que la chica respondió llorando: "Porque tenía la línea verde en los dientes". Y no paraba de llorar y de decirle a todo el mundo: "Si él me hubiera dicho que se mataba, yo lo habría querido. Lo juro. Lo habría querido".