viernes

Se cogieron muchas veces a la mujer que amo

          Me vas a decir que soy un retrógrado, un picapiedras. Me vas a decir que no existo, que en qué siglo vivo, que adónde vamos a parar si todo el mundo pensara como yo. Me vas a decir que en definitiva el hombre es un animal y que todos los animales se aparean. Me vas a venir con que todos tenemos derechos, y que mal que nos pese tu novia también tiene derechos y uno de esos derechos es haberse querido coger a quien se le diera la gana antes o durante conocerte a vos. Pero eso de que se hayan cogido a tu novia antes que vos es algo espantoso, universalmente hablando.

          ¿Te imaginás? Tu novia deseando ser penetrada por otro. Tu novia diciendo: "metémela, mi amor", como cuando te lo dice a vos; diciéndole "por favor, (ponele) Ricardo, por favor, haceme tuya, meteme la pija", o metiéndosela ella forzadamente, sin querer esperar, en la vagina, ella entrecerrando los ojos para que otro se la coja. Y el otro excitándose mucho con el calor que siente primero en la cabeza del pene y luego en la cabeza y en el tronco y que provienen de la concha de tu novia, y dos o tres millones de años de acumulación ancestral de coitos ordenándole que empiece a bombear, a entrar y salir de la concha de la que ahora es tu novia, queriendo acabarle adentro, transpirando los dos, babeándose: se le escapa la baba al tipo este que conoció antes de que arreglara salir con vos y la baba cae sobre el abdomen de ella, que se lo limpia mientras el otro no puede parar de embestir cada vez con más violencia. Ella se ríe y lo mira como diciéndole "si parás me voy a sentir muy mal, seguime cogiendo BASTANTE tiempo más, hijo de puta, por favor". Los dos siguen transpirando. El otro, al que ella le mira los pelos del cuerpo, al que ella hace esfuerzo con los labios de la vagina para atraparle el pene y que le guste más, el otro le da un cachetazo más o menos intenso en las nalgas y ella sabe que tiene que ponerse de otra forma, y le gusta. Entonces, sacando lo que queda de su registro de esclava sexual, como fueron su madre y su abuela, por ahí le pregunta "cómo querés que me ponga, mi amor" y el tipo, que tiene todos los músculos tensos, no le dice nada, la agarra de la cintura como si fuera un cuadril que tiene que cortar al medio y la ladea un poco, como para que la pija de él le resbale distinto y él pueda sentirse contento con esa forma de perversión que le hace entrecerrar los ojos ahora a él, y ella vuelve a hacer un esfuerzo pero esta vez para mirarlo cómo siente placer, y se baña ella en jugos vaginales con la pija del otro tipo adentro, porque la excita que el tipo sienta placer, le gusta verlo relamerse (después se lo va a decir eh, le va a decir "me vuelve loca verte que te morís de placer".

          "Ahora te monto yo", dice la que ahora es tu novia, la que ahora amás, y lo empuja con la mejor suavidad que puede para ponerlo de espaldas. Él (que no sos vos todavía), conoce el juego y piensa "qué polvo me estoy echando, voy a hacerlo durar; qué suerte tuve de conocer esta mina, por Dios". Ella pone esas piernas que a vos te sugieren poesías, esas piernas que deseás como si fuera la única mujer del Universo, pone una pierna a cada costado del cuerpo cubierto de sudor y de pelos de ese tipo que se iba a fumar un pucho antes de ver qué quería la que ahora es tu novia, pero que rápìdamente ella lo asaltó con su deseo, con su boca abierta contra la boca de él, apretándose contra el pene de él que se reventaba en el pantalón. Ella tenía preservativos en algún cajón, pero él había llevado los suyos por si esa noche se la cogía. Encima es la casa de ella, ella quiso llevarlo hasta allá, mientras le gustaba cómo el tipo manejaba, cómo movía las piernas para apretar el embrague y el acelerador, le gustaba el olor a cigarrillo y a alcohol; mientras él la acompañaba a la casa ella pensaba de qué manera lo haría subir sin quedar todavía como una puta, porque una vez que comenzaran a besarse, a lamerse con ese tipo que no sos vos, ahí quedarían todas las inhibiciones de lado y entonces el ritual de millones de años volvería a desandarse, pero esta vez entre la que ahora es tu novia y ese otro prácticamente desconocido, hace seis meses, hace menos de un año, hace menos de dos años. Tu novia queriendo inventar algo para cogerse al otro, que también estaba viendo de qué manera le podía entrar a ese culo que a vos te sugiere ganas de quedarte con ella toda la vida, a esas piernas que te parecen de un color tan puro, cuyo roce te da tanto amor, queriendo que esas manos que tocás y sentís ahora tan suaves se paseen por el tronco venoso de su verga. Y ella, lejos de decirle que no como a vos te hubiese gustado, todo lo contrario. Se lo quería coger.

          La que ahora es tu novia pasó una pierna de cada lado del abdomen de aquel tipo que se asombra con la habilidad sexual de la chica. Todavía no se la chupó, pero él sí le chupó la concha, porque ella lo guió después de prácticamente limar sus tetas contra la cara sin afeitar del hombre, que la calentó algunos días después de seguirle el levante que el tipo emprendió cuando se calentó con la misma figura de mujer superior que ahora a vos te da poesía. No dejó que le chupara mucho las tetas, pero el otro se detuvo un rato y primero le chupó y después le mordisqueó los pezones varias veces, y la que ahora es tu novia gimió queriendo más, gimió para demostrarle que él la calentaba como hombre; la que ahora dice que te ama y que sos especial, hace tan poco le tiró la cabeza para abajo, para que se agache y le lamba los labios de la vagina, y el tipo pudo comprobar que una oleada del mismo sabor agridulce que a vos te hace creer que sos único le llegaba a la lengua de él cubierta de tabaco, mientras sentía la tensión del pene que ella todavía no le iba a chupar. Así que el otro dijo algo así como "basta", no se aguantó más, la alzó de la cadera o de la cintura y la acomodó contra la cama como un carnicero con un peceto entero; ella ni siquiera esperó a que se pusiera el forro, no lo dejaba ponerle el forro porque le agarraba la pija y lo pajeaba para que no se le bajara, y él se reía porque jamás pensó que la minita ésta que conocía hacía tan poco fuera así, se sorprendía y se reía de asombro y de placer. Así que se la tuvo que penetrar casi mientras se ponía el preservativo, y le dio bomba unos minutos mientras pensaba "qué fuerte que está, por Dios, cómo me gusta cogérmela, Dios mío", y se le engordaba más la pija por esos pensamientos y por la imagen de tu novia disfrutando y las tetas siguiendo el bamboleo que le imprimía el esfuerzo del hombre que se la cogía, hasta que ella le dijo también "basta" y lo puso de espaldas contra el colchón y se pasó las piernas a ambos lados, para sentarse en la pija roja de él y mirar para arriba. "Dejame hacer todo a mí", le rogó, y el tipo no lo podía creer. Se fue levantando y bajando cada vez más rápido, sintiendo como un logro y como una consagración de su feminidad la poronga adentro de la concha, que de tan mojada le resbalaba bárbaro. Cada tanto paraba para desesperarlo, y él, que a esta altura estaba totalmente dominado, no sabía qué decir, veía cómo ella se sonreía jugando a la malévola. En vez de dar los saltitos, ella comenzaba a zarandearse con TODA la pija adentro, describiendo curvas sobre la parte baja del abdomen del tipo que si hacía un poquito de esfuerzo notaba eso que se nota cuando sabés que vas a acabar.

          "Avisame cuando estés por acabar", le decía tu novia, la que ahora sale con vos y dice que sos el mejor del mundo, que ella nunca estuvo tan enamorada como con vos. "Por favor, avisame, ¿sí?" "Sí, mujer", le contestaba el que se levantó antes que vos, a tiempo que la que ahora es tu novia, segura de que el otro le iría a avisar, se reclinaba sobre su pecho, lo agarraba de la cabeza y del cuello y comenzaba a mover el culo muy rápidamente, como masturbándolo con la mano pero con la concha penetrada por el pene de él, del tipo que a vos te dice que nunca lo quiso, para que llegara rápido el orgasmo de él y antes, si fuera posible, el de tu novia, porque la conocés y no sabés por qué pero le gusta acabar a ella primero, no sé, no es como se dice en todos lados que les gusta a la misma vez que a uno. Así que tu novia pum pum pum pum pum pum pum pum ah ah ah pum pum pum pum "quedate así", le decía, desesperada "ay ay ay quedate así", le repetía porque en el frenesí no sabía qué decir, estaba tan caliente, estaba por llegar al orgasmo con un tipo que no sos vos: a vos te conoce pero por ahora no te da bola, incluso varias veces te dio a entender que jamás, mientras faltaban algunas semanas para que saliera con éste. "Dale, dale", se dice a ella misma, y empieza con los "ah", "ah" de la acabada, y él siente los brazos de ella en las mejillas, su transpiración, el pelo de la que ahora es tu novia se le mete en la boca, siente muy caliente la concha de tu novia, casi le duele la fricción en el tronco de la pija que como nunca está durísima, y ella se lo está agradeciendo acabando con la boca abierta, sin sacar la lengua, en la boca abierta de él, que sí saca la lengua y siente la saliva de tu novia fría, porque ha estado respirando su cabalgata con la boca abierta y se le enfrió la saliva. Entonces él, que todavía no acabó, la agarra con las dos manos de la cara, en esa cara que fue lo primero que te enamoró, pero el tipo ahora le toma como un pirata rudimentario y loco también algunos mechones de pelo, y mientras la besa perversamente como un actor porno, pasándole con fuerza la lengua por los labios y las mejillas sin respetar límites, le da bomba cada vez con más violencia, así de espaldas como está, la besa con un fervor de tipo que estuvo preso diez años, le pasa la lengua por la lengua de ella, por las mejillas cubiertas de pelo, por el cuello, no le saca las manos de los costados y le pasa la lengua mientras se la coge por el mentón, le chupa la nariz, le vuelve a dar besos de lengua hasta la garganta, mientras ella le dice respirando entrecortadamente y llevada por los embistes del tipo: "Decime, mi amor, decime", pero el tipo no le dice nada, así que tu novia decide hacer cada vez más fuerza mientras él va haciendo fuerza también, coordinan los dos las fuerzas; tu mujer se cansa de sostenerse de los hombros de él y apoya sus manos con fuerza en el pecho lleno de pelos que está transpiradísimo, mirando hacia abajo y hacia el costado con el pelo cayéndose de esa manera que a vos te sugiere atardeceres, ambos van coordinando los movimientos de la cogida y el tipo dice "ahora", y entonces tu mujer se sale, le saca el forro con premura, como descorchando una Coca-Cola y empieza a pajearlo lo más rápido que puede, apoyándole la boca en la cabeza de la pija mientras él empieza a gritar, no sabe cómo contenerse más, no sabe cómo hacer para no sacarle la pija de la mano porque piensa que tu novia se merece que el pene no se vaya de ahí, por más que ya se le haga insoportable al tipo resistir la paja y la lengua de tu novia; alza un poco la cabeza de entre las almohadas y ve que ella está arrodillada en el colchón, con el culo alzado, le ve los muslos que a vos te parecen hermosísimos y las manos que te acarician ahora a vos y ella lo mira pidiendo que acabe, y entonces él grita y grita y se contrae sobre tu novia que cada vez pajea más rápido y apoya con fuerza los labios como pronunciando una "o" invisible contra la cabeza de la pija de él, que le encanta, y el tipo acaba de a chorros blancos sobre tu mujer, y tu mujer intenta que todo lo que acaba, que es un montón -un montón que sale de esa pija que ella considera terriblemente excitante, una pija llena de venas como la tuya, una pija que ella desea seguir teniendo adentro de la concha por lo menos una vez más durante esa noche- tu mujer intenta que todo lo que él acaba le quede o en los labios o en el pelo o en la cara, no sabe por qué pero si no quiso que le acabara adentro (para el segundo polvo va a querer), quiere que le llene la cara de semen. Le encanta el tipo, el olor a hombre que tiene, le encanta cómo le quedaba el pantalón, estaba esperando demostrarle todo lo puta que podía ser; quería ser su puta.

          Entonces, llena de semen, y lleno de semen el abdomen de él, semen entre los pelos y los músculos, como nadie tiene ganas de levantarse y los dos están transpirados y con algo todavía de calentura, tu novia se abraza a él y le suspira, dice "aah", feliz de habérselo cogido. Capaz que le dice "sos hermoso" y lo besa; le agarra ahora ella la cabeza a él y se la llena del semen de él y después se lo chupa. Él le dice "sos muy dulce", y tu mujer le contesta riendo "¿sí?", pero, caliente, le augura igual que a vos las primeras veces: "no te vayas a creer que acá terminó todo, vos de acá no te me vas", arañándolo en las costillas; y él le dice "cómo, ¿querés más? " y tu novia le dice con cara de salvaje "obvio, todo quiero, todo". Él, que se ha dado cuenta de que tu novia coge bárbaro, no puede resistir su perversión y le promete que "la próxima vez que nos veamos el primero va a tener que ser por atrás, ¿sabés?", y tu mujer le dice "sí, mi amor, sí, lo que quieras, ya te dije que todo", y se vuelven a abrazar transpirados, modulando el ritmo de las respiraciones. La que ahora es tu mujer, la que amás, siente el deseo de ser penetrada de nuevo a los cinco minutos, pero él tiene que esperar más. Él se sorprende de que tu novia, tan cerca del polvo de recién, le empiece a chupar la pija así, todo lleno de semen. "Pará", le dice, y tu novia le contesta "no importa, por favor dejame... ¿te molesta?", y él ya solamente se ríe, y mientras tu novia le chupa la pija, él hace la típica de agarrarle la cabeza y empujar para adentro, y hasta él se sorprende que se vuelve a excitar, porque siente la boca caliente de tu novia, de aquella que amás desesperadamente, la que te dijo que tuvo algunas historias incluso mientras ustedes eran amigos hasta que "se dio" lo de ustedes, el tipo, que conoce hace no más de quince días (a vos te conoce hace un año o dos), el tipo siente la boca caliente de tu novia cercándole la cabeza de la pija, y la lengua primero suave y después dura rodeándole el glande. Cada tanto tu mujer para de chupársela y mientras lo pajea lo mira, como diciendo "en un minuto estamos para otro". Él le dice "dejame ir a lavarme, por lo menos" y ella lo sigue chupando mientras él se levanta de la cama, acompaña los movimientos de él chupándosela, y a lo último le da un beso en la pija, después del chupetón final que suena más que los anteriores, que eran lambetazos con la pija en la boca y los labios lo más cerrados que se pueda. Entonces se lava, el tipo mientras se toca con el jabón en la pileta del baño de tu novia siente que sigue caliente, se fuma un cigarrillo mirándola desde la puerta del baño y antes de que tu mujer quiera ir a hacer pis se la coge de nuevo, cinco minutos de bomba y tu novia grita y tiene otro orgasmo. Después, mientras tu novia se va a lavar la concha al bidet, él se queda dormido, y a la mañana siguiente, igual que a vos, tu mujer lo despierta con el desayuno en la cama y los dos desayunan en pelotas. "Cómo dormiste, mi amor, te abracé y ni te diste cuenta".

          A la segunda vez que se ven, él le hace el orto, se la coge a tu novia por el culo, algo que quizás sospeches siempre pero que nunca sepas con certeza, porque no sé si te lo va a decir. Pero pasó, no tengas dudas. Tu novia le pide que si se la va a dar por atrás (¡le da la opción!), si se la va a dar por atrás que se la chupe primero, pero despacio. Así que, luego de la chupada (que el macho que se levantó le va haciendo con pelos de barba en el mentón, sacando muy mojada la lengua, mientras le mete algún dedo en el ano), se la pone un poco, unos minutos, por la vagina (a la que ahora es tu novia), y después por el culo, mientras tu novia le dice, con cara de dolor y desastre "despacio, mi amor...", cosa que le repite mientras el hombre está enloquecido cogiéndosela por ahí. "No me acabes adentro, por favor", le pide tu novia, y él, que aunque está desesperado sabe que tiene que preservar esa tremenda mujer, ésa que te despertó sentimientos escondidos y cuya imagen te produce descargas dulces de adrenalina, el tipo cuando le acaba encima a tu novia le acaba ahí donde nace la raya del orto, casi en la espalda, pero la acabada queda en el surco, como le gusta más a él que a ella, pero tu novia lo deja hacer como una concesión a su pareja. "¿Te dolió?", pregunta él de caballero que es, y tu novia contesta "Un poco. Pero me gustó", y lo besa, y se ríe, y le pide "traeme un vaso de agua, por favor...", y antes de ir él le da un beso en la boca, un pico, mientras ella busca los cigarrillos. Así, durante por lo menos cuatro meses, al cabo de los cuales se pelean por algo así como que él le pide una fiesta con su ex novia, o le pide que se la coja otro y él la mira, cosas a las que ella -"en su locura de amor, porque yo estaba enamorada", te contará después- casi accede, hasta que se dio cuenta de que "él era un enfermo, y que yo nunca hubiera podido ser feliz con un tipo así, sobre todo porque yo quería construir algo y él no"-. Y después viniste vos, que la salvaste de no sé qué, y todo lo que ya sabés: ahí entraste vos en mi vida, mi amor. O sea que lo que yo tuve que vivir ya lo viví, ahora creo que es el momento de encarar algo de verdad, y creo que vos sos el hombre indicado, sobre todo porque sé que a vos puedo amarte como a nadie.

          Bueno, ahora quiero que repienses eso de los derechos de la mujer. Quiero que pienses si el asunto te parece algo abstracto, o si te bancás que esos derechos sean explícitamente concretos, como dicen todas las constituciones del mundo.