Es decir: no se la puede imputar, porque no parece tener la capacidad de comprender la criminalidad de sus actos estúpidos; y tampoco se la puede putear, porque para una estúpida los insultos de terceros son como... como... anillos de debilidad frente a la mano más fuerte de mi padre.
Me pareció una muy acertada apreciación; lúcida, pero no por ello menos dolorosa.
E imaginé entonces a mi madre, pendulando como una idiota.