martes

Lo que viene en TTM


          Escribo esto porque hace dos meses que estoy con mucha depresión y me voy a olvidar. Este año viene medio mal, pero quizás no tan mal como cuando salía con la chica a la que le habían hecho el orto. Los que me quieren ver hecho mierda podrían pasarse la película de mis últimos 3 años. Los próximos artículos versarán sobre:

          a) Una vez que el psicópata de mi padre me pidió que colaborara con mi hermano, que hacía casi 11 años que no me hablaba y que, 45 minutos después de que un juego mecánico le pulverizara dos vértebras a su esposa, me llamó para que me hiciera cargo del reclamo judicial. La forma en que termina esta historia es una de las más sutilmente hijas de puta que me pasaron, porque refleja precisamente la sutileza dañina del psicópata, la mierda de su pensamiento.

          b) La ocasión en que discutí con mi hermano y mi padre intervino en la charla a favor de él, para que todo se desbandara. Aquel acontecimiento finalizó con la orden del monstruo de que nadie me hablara (cosa que todos cumplieron fielmente, incluida mi madre y mis hermanos), orden que dejó de lado el día que tuvo que decirme "Pietro, llevame en tu auto al hospital, porque me asaltaron y me pegaron un tiro en el codo".

          c) Los cinco días fatales en que mi hermana, su esposo y sus dos hijos pequeños hubieron de dormir en una casa prestada, porque la inmobiliaria que comandaba el ex novio de una ex novia mía la estafó, vendiéndole una casa que pertenecía a un delincuente que tenía fecha de juicio oral y estaba inhibido por orden judicial. De cómo solucioné ese problema en escasos cinco días, y de cómo a todo el mundo le importó un carajo, entre otras cosas porque ni siquiera se preocuparon por saber qué significaba el hecho de que una persona acusada de un delito de competencia federal los hubiera dejado en la calle, y mucho menos cuál es la duración real y corriente de solución de ese tipo de conflictos complejos, y cuánto les hubiera cobrado un abogado hábil para destrabar el asunto. Lo que (no) hizo mi padre mientras esperábamos los sánguches de miga, él y yo solos, en la casa finalmente escriturada.

          d) Fuera de toda la mierda familiar, quisiera también hablar de otra mierda: el lenguaje de los sommeliers. "Taninos que juegan en la boca"; "variedades de altura", "aroma frutal con aires de pimienta", "vino joven" y otras pelotudeces de ese estilo a la que la clase media se prende como si fuera ella la que puede pagar siquiera el servicio de mesa de un restaurante adonde hay sommeliers de verdad, dedicados sólo a sugerir qué vino va con cada plato.

          Ya nos vemos.